Mimí empezó a recordar aquélla noche de amor y sexo para no dejarse llevar por aquél dolor ensordecedor, del pensar donde se dirigían.
Gerardo acostado frente a ella, quiso revelar lo que aquélla noche suponía.....el fín. Pero no quiso ver, no quiso sentir, no quiso pensar, que la guerra los separaría para siempre.
Mimí lloró, lloró de miedo, al saber que Gerardo se marchaba para no volver; fué entonces cuando camino del campo, semidesnuda, con hambre de 100 dias recordó la última noche en la que ella y Gerardo disfrutaron de su primera y última película en blanco y negro en el cine de su pueblo.
Lo único que la mantenía viva, fué aquél sutil recuerdo de literatura muerta. Porque Gerardo había muerto y ella había sobrevivido a lo peor, a la vida.
