Otoño. Cualquier otoño
de cualquier año futuro, no había ánimos para volver al pasado, o si?....
Sonaba triste y pasiega la campana de la catedral de
Santiago cuando Mariela decidió tumbarse sobre la cama de la habitación 106,
creía estar entre la tibieza de un sueño ligero y la profundidad de un largo
despertar.
Llovía por dentro y también por fuera.
Había vuelto a Santiago después de varios años viviendo en
el extranjero. Ella sabía que volver a su ciudad natal le haría bien, después
de la pérdida de Alain.
Fue entonces cuando recordó aquél fugaz…. Verano del 86, no fue cualquier verano, ni
cualquier lugar, fué pasado, presente y un predecible futuro.
- Qué vamos a hacer ahora? Que el verano llega a su fin?-
preguntó Mariela-.
- Tal vez, esperar otros doce meses para volvernos a
encontrar y amarnos hasta la saciedad o tal vez no, el paso del tiempo, en
ocasiones puede ser tramposo. –Respondió Alain-.
Supo Mariela desde aquel instante que la vida se invitaba
curiosa al olvido, compungida en posibles oportunidades de ser predecibles al
fracaso.
Mariela y Alain se conocieron en el verano del 86 entre olor a jazmín y la sutíl brisa mediterránea que se antojaba vaga. Contaban con apenas 20 años de edad cuando se conocieron en La Viya-joyosa, pisando conchas de mar y contemplando veleros a la vera del puerto.
Mariela y Alain se conocieron en el verano del 86 entre olor a jazmín y la sutíl brisa mediterránea que se antojaba vaga. Contaban con apenas 20 años de edad cuando se conocieron en La Viya-joyosa, pisando conchas de mar y contemplando veleros a la vera del puerto.
Yves Klein "Antropometría" 1928-1962